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DESCUBRIENDO DINOSAURIOS (I): ENCONTRANDO Y ANALIZANDO HUESOS

A lo largo de varios posts os explicaremos cómo es el proceso desde que alguien halla unas esquirlas de hueso hasta que el público llega a conocer un nuevo ejemplar de dino.

Los pasos a realizar desde el hallazgo de los restos de un nuevo dinosaurio hasta que el público tiene conocimiento de su morfología y su fisiología son muchos y, en algunos casos, complicados. El proceso suele durar meses y, aunque cada vez los métodos están más avanzados, en algunos casos se tardan años. Durante ese tiempo los materiales hallados se preparan, se describen por escrito, se dibujan y son fotografiados. Más tarde se reconstruye el esqueleto y, finalmente, se le añaden músculos, vísceras, piel y colores. El trabajo resultante se publica primero en una revista científica especializada y, más tarde, en artículos de periódicos, libros y revistas de divulgación general, que dan a conocer a los aficionados todos los detalles sobre el nuevo animal.

Pero lo primero es encontrar un dinosaurio. Los restos de estos animales sólo aparecen en determinados sedimentos. Con frecuencia algunos museos, famosas universidades y a veces entidades privadas, organizan expediciones, en las que se transporta una gran cantidad de material para la recuperación de los restos, a lugares donde se han hallado indicios de la existencia de dinosaurios en la superficie del terreno. Normalmente se trata de pequeñas esquirlas o fragmentos de hueso, lo que indica que en la zona tal vez pueda haber importantes restos.

En algunos casos ocurre que, bien aficionados a los fósiles, o bien la gente que vive en la zona, encuentran restos en la superficie del terreno, y se ponen en contacto con profesionales para que éstos realicen el trabajo de recuperación. De esta forma se encontró, por ejemplo, Baryonyx, y también el yacimiento de Las Hoyas (Cuenca), donde más tarde se descubrió Pelecanimimus.

Pero no todos los huesos y restos son de dinosaurios. A veces pequeñas calaveras o esquirlas de otros animales pueden confundir a alguien que no sea experto. Por eso, los huesos se deben de analizar por científicos experimentados para determinar si pertenecen o no a un tipo de dinosaurio.

Una vez que la expedición llega al lugar, se procede a excavar para encontrar los fósiles. El trabajo pesado se suele hacer con picos y palas, mientras que para el trabajo más detallado se utilizan cinceles, martillos y pinceles. Todo el área alrededor del dinosaurio se excava tan minuciosamente como se hace con el esqueleto en sí, ya que pueden existir piezas aisladas, separadas del grueso de los restos. Al mismo tiempo que avanza la excavación, se realiza un mapa con la localización exacta de cada una de las piezas, para saber la posible relación de cada hueso con los restantes. De esta forma, se puede saber cuál era la posición del animal al morir, lo que puede proporcionar a los científicos datos interesantes.

Pelecanimimus_polyodon_by_Biarmosuchus

El descubrimiento y excavación de Pelecanimimus fue diferente debido a las singulares características de los sedimentos del yacimiento de Las Hoyas. Las calizas de este yacimiento aparecen finamente laminadas. Este tipo de sedimento, llamado caliza litográfica, asegura una conservación excelente de los fósiles, permitiendo la conservación de estructuras tan delicadas como las alas de los insectos, las plumas o tejidos blandos como la piel o los músculos. En este yacimiento ha trabajado un equipo multidisciplinar, formado por especialistas de varias instituciones españolas y europeas, y se han encontrado restos de múltiples tipos de plantas, invertebrados y vertebrados, incluyendo dinosaurios y aves primitivas.

El trabajo se realiza en cuadrículas, lo que permite que cada resto fósil sea situado perfectamente en su lugar dentro del yacimiento, proporcionando importante información tafonómica, es decir, relativa al proceso de fosilización del dinosaurio. Las calizas laminadas se extraen capa por capa, y entre éstas aparecen los fósiles: habitualmente una mitad del animal se queda en una de las placas y la otra mitad en la otra. Aparte de este trabajo en cuadrículas, se realizan también trabajos de prospección en otras zonas del yacimiento, en busca de fósiles relevantes. En una de estas zonas se halló Pelecanimimus, en un gran montón de placas de roca sueltas.

    Cuando se tiene al descubierto el nuevo hallazgo, se procede a su protección para el traslado al laboratorio. Los huesos se envuelven en gasas de escayola o en una capa de poliuretano. Una vez protegidos, se terminan de arrancar de la superficie, y se trasladan al laboratorio, donde comienza la siguiente fase. Los restos, que algunos científicos llaman monias,pueden resultar a veces muy voluminosas y pesadas, por lo que puede ser necesario el uso de excavadoras o grúas para su extracción y camiones de alto tonelaje o helicópteros como para su transporte.

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